SALAMANCA 4

 

Cuartel en Convento de Trinitarios Descalzos

La Orden de la Santísima Trinidad Descalza de Salamanca cumplió su misión religiosa desde 1628 hasta 1835. Juan Bautista de la Concepción, reformador de la orden de los trinitarios, inicia los trámites para fundar un convento de trinitarios descalzos en Salamanca; en 1605 ya estaba en la ciudad pero no le dieron licencia por la gran cantidad de órdenes y conventos que ya estaban instalados en Salamanca, la mayoría mendicantes. Entre 1605 y 1609 ocuparon casas en la plaza de San Juan o en la calle Serrano, hasta que el obispo Luis Fernández de Córdoba les cede la parroquia de San Miguel, extramuros, con la licencia de fundación. Permanecerían allí hasta 1626, cuando el desbordamiento del río Tormes provoca la ruina de la casa (en la famosa riada de San Policarpo).

En 1628 se instalan en dos casas nuevamente donadas por el cabildo en la plazuela de San Adrián (posteriormente designada Plaza de Colón). Hacen una ampliación al comprar la casa de los Sotomayores y, un tiempo después, con la donación de los señores de San Quintín, que les hacen entrega de un solar de su palacio y de una renta para su mantenimiento. Esta será su residencia definitiva hasta que deban abandonar el convento por los decretos de desamortización de Mendizábal.
 
Levantaron la iglesia entre 1665 y 1667. Esta aún se conserva, bajo la advocación de San Pablo, y en ella se venera una imagen del Cristo Rescatado que dejaron en ella los trinitarios. En 1835 abandonan definitivamente esta ubicación. La plazuela de San Adrián ha sufrido numerosas modificaciones que también han afectado al antiguo convento.

Una vez iniciado el despliegue inicial de las fuerzas de la Guardia Civil, y ante la necesidad de acuartelar a las destinadas a Salamanca, el segundo Teniente de Alcalde de la ciudad de Salamanca, don Manuel Arteaga, propuso solicitar del Sr. Jefe Político la concesión del edificio para acuartelar las tropas de la Guardia Civil. Así se hizo, pero la propuesta no tuvo efecto (Archivo Municipal de Salamanca -AMS-, Acta de la sesión municipal del día 31 de enero de 1845).

Según el periódico “El Adelanto, Diario de Salamanca”, de fecha jueves, 3 de febrero de 1921, en carta abierta del Coronel, se dice:
"El Ayuntamiento de esta ciudad solicitó el año 1845 que el antiguo convento de Trinitarios perteneciente entonces a «Bienes Nacionales», le fuese cedido con excepción de subasta para dedicarlo a cuartel y por Real orden de 30 de Junio de aquel año, se concedió la cesión con 1a precisa circunstancia de que sirviera para cuartel y de que el Ayuntamiento construyese pabellones para la oficialidad, concesión que se confirmó por Real orden de 6 de Noviembre de 1865 entendiéndose de que si la casa o convento dejaba de ser cuartel, volvería a poder del Estado."

En el año 1851 el gobernador civil pidió a la Corporación municipal que acuartelara en él al Cuerpo de Carabineros, pero el mal estado en que se encontraba el inmueble y la escasez de medios con que contaba la Corporación para repararlo hizo que se denegara la petición (AMS, Acta de la sesión municipal del día 17 de enero de 1851).

En el mes de febrero de 1852 el Sr. Gobernador volvió a solicitar el desocupado edificio, esta vez para acuartelamiento de la Guardia Civil, que en ese momento ocupaba unas maltrechas habitaciones del ex colegio de Calatrava. La Ciudad lo puso a su disposición, pero revisado en marzo por el comandante del Cuerpo  y viendo su mal estado no lo considero a propósito para tal fin.

Según la Guía de Salamanca, del año 1868, de Modesto Falcón, la Guardia Civil ocupaba el ex-Convento de los Trinitarios Descalzos, ubicado en la Plazuela de los Menores, antes Plaza de la Yerba y posteriormente Plaza de San Adrián y Plaza de Colón.

En el año 1872 el ex-Convento de los Trinitarios Descalzos vuelve a estar bajo el control del Ayuntamiento. Cuando en 1873 se pretendía trasladar a la Guardia Civil a una parte rehabilitada para tal fin del edificio de la Cárcel pública, que en ese momento estaba en la cuesta de Sancti Spíritus, se vieron los inconvenientes que presentaba el juntar guardias y presos. La Alcaldía, entonces, mandó al arquitecto municipal redactar un anteproyecto de adaptación del edificio de la Trinidad Descalza para acuartelarla allí, presentando el arquitecto un presupuesto y planos para llevar a cabo la reforma el día 20 de abril de 1873. Informado por la Comisión de Ornato y Obras, después de haber oído el parecer del comandante del Cuerpo, se informó y se aprobó la realización de las obras.

En la sesión municipal del día 28 de abril de 1873 se aprobó el informe de la Comisión de Ornato y Obras y se acordó que se realizaran por subasta, comenzándolas cuando se tuvieran fondos asignados para las mismas. En la sesión plenaria del día 5 de noviembre del mismo año, se revocó el acuerdo de que se realizaran por subasta, acordándose que se hicieran por administración bajo la dirección de la Comisión de Obras. Se confeccionó otro presupuesto de obras el día 9 de diciembre de 1873.

Concluidas las obras, el inmueble quedó dividido en tres partes, Cuartel de la Guardia Civil, Correccional e Iglesia, con la sacristía ocupada por la Cofradía de Jesús Rescatado.

La Guardia Civil amplió su cuartel en este edificio (según se pone de manifiesto en la sesión municipal del 22 de febrero de 1888, en la que se aprobaron las obras de esta ampliación)

Desde esa fecha, casi de forma continuada, el edificio del ex-Convento estuvo al servicio de la Guardia Civil hasta el año 1998. En ese año (12 de noviembre) se hace la entrega oficial del inmueble que fue Casa – Cuartel de la Guardia Civil, Plaza de Colón nº 8, de Salamanca, al Ministerio de Economía y Hacienda por parte del Ministerio del Interior, representados, respectivamente, por la Delegada de Economía y Hacienda en Salamanca y por el Tte. Coronel Primer Jefe de la 631 Comandancia de la Guardia Civil.

No obstante, hubo épocas de ausencia, como el que se relata en el periódico El Adelanto, del día 18 de mayo de 1926, según el cual: "La Guardia Civil ha salido del Cuartel de Colón y se ha distribuido en cuarteles de las proximidades", según refleja un artículo de opinión, de un médico ex-guardia civil (haciendo referencia a que “hace quince días principiaron a desfilar …”; quedan Jefes y Oficiales en la Capital, y tendrán que buscar alojamiento)." Y posteriormente, en el mismo periódico, correspondiente al día 9 de junio se indica: "Se da lectura del Acta de entrega al Ayuntamiento del edificio exconvento de los Trinitarios y que fue Cuartel de la Guardia Civil. Según el acta, se entrega al Ayuntamiento el edificio por un Oficial del Instituto, en virtud de la real orden del Ministerio de la Gobernación de 2 de noviembre último (es decir, del año 1925)."

En la discusión del presupuesto para el año económico 1926-1927 se hace referencia a que se dejará de ingresar la cantidad de 1.235 pesetas por la renta del cuartel de la Guardia Civil que ya no utiliza. Esto es, esa es la renta que pagaba el Estado al Ayuntamiento de Salamanca por el ex-Convento de los Trinitarios destinado a cuartel de la Guardia civil, al menos durante el ejercicio económico 1925-1926.

Así pues, se constata que en este periodo las fuerzas de la Guardia Civil habían abandonado el edificio, en una posición de último recurso, pues ya el Coronel Jefe del Tercio, en febrero de 1921, en un intento desesperado por reconducir la situación, había puesto de manifiesto que consideraba que estaba en unas condiciones inhabitables. Por considerarla de gran interés, se reproduce íntegramente la misiva del Jefe del Tercio, publicada en forma de carta abierta en el número 11.250 del periódico “El Adelanto, Diario de Salamanca”, de fecha jueves 3 de febrero de 1921:


"El coronel de la Guardia civil, dice,..


Al diputado a Cortes por la capital
y a la opinión en general


Desde el momento en que conocí las malísimas condiciones en que se halla alojada en esta capital la fuerza del instituto a que pertenezco, fue una preocupación en mí, como jefe principal de la misma, el conseguir que su alojamiento fuera el que le corresponde, no ya como funcionarios, sino como personas humanas. En la práctica de las gestiones me hallaba cuando recibí una carta de D. Diego Martín Veloz, rogándome que demorase por unos días la adopción de medidas radicales que pudieran perjudicar a la capital que representa y que, desde luego, se ponía incondicionalmente a mi lado, para ver de conseguir el fin que me proponía; accedí gustoso a la demanda del expresado señor, ya que es notorio su acendrado cariño a los institutos armados y probado se halla su patriotismo, así como sus desvelos en pro de los intereses morales y materiales de esta ciudad. Pero siendo urgentísimo el problema, no puede ser demorado ni un solo día, y en vista de ello, me he decidido a acudir a la Prensa, para que sea la encargada de hacer llegar a conocimiento de la opinión el contenido de la presente.


Por la Prensa local del día 27 del anterior me enteré que en la sesión del Ayuntamiento de esta ciudad, celebrada en la noche del 26, se dio cuenta del «dictamen de la comisión en la proposición formulada por el Sr. Santos Franco, sobre mejoramiento de la instalación de la Audiencia y Juzgado, por no considerar en buen estado ni dignidad los existentes». El informe de la comisión fue favorable, y el alcalde ruega se adicione al mismo que la tramitación e informe para el nuevo palacio de justicia se lleve a cabo con la mayor rapidez posible.


Me parece muy bien y justo que el Ayuntamiento se preocupe de que los dignísimos magistrados y jueces de esta Audiencia estén decorosamente alojados y que las dependencias estén con arreglo a la alta categoría de los citados señores, puesto que redunda en beneficio del buen nombre de la ciudad, por quien debe velar.


Ahora bien, hay otra corporación de no menos importancia, la cual se halla alojada pésimamente, contraviniendo lo dispuesto por la higiene, moral y dignidad, ocupando un edificio ruinoso y expuesto a una catástrofe el día menos pensado: es la Guardia civil.


Con seguridad, ninguno de los señores que componen el Municipio conoce el cuartel; es decir, ha visto el interior del mismo; pues si lo hubiese visto y por tanto lo conociera, creo firmemente que hubiese protestado enérgicamente de la forma indecorosa, inhumana e inmoral en que están alojados los guardias y sus familias.


Aquello, más que viviendas de personas civilizadas, son aduares moriscos o de gitanos ambulantes; puesto que en una sola habitación con una cocina más o menos espaciosa y una pequeña alcoba, vive el guardia casado con tres o cuatro hijos, hacinados; los muebles y baúles por debajo de las camas o en montón y en los corredores y patios los que no tienen cabida en la misma.


Como en las referidas habitaciones no hay local suficiente, se ven precisados a colocar las camas, unas inmediatas a otras, durmiendo en algunas hasta tres hijos, o por el suelo, en un colchón que sacan de la cama. ¿Es higiénico vivir hacinados en un reducido espacio? ¿Es moral que la cama de los padres, esté inmediata a la de los hijos, y que éstos duerman juntos, a veces sin separación de sexo?


Todo el mundo opinará como yo y contestará que no, máxime que hace apenas dos meses ocurrió el hecho siguiente: La hija de un guardia, de diez y seis años, gravemente enferma y sin esperanzas de vida, se encontraba en la cama en una habitación de las descriptas (sic) del segundo piso; el padre, alternando con la madre la asistían; como los denominados retretes (que son una zanja mal cubierta con tablas) están en un corral situado a distancia del edificio una noche, el guardia, al ir a verter el servicio de su hija, después de atravesar de ida y vuelta el corredor, escalera, corredor del primer piso, escalera, el patio grande, y el corral, al regresar a su habitación se sintió enfermo, de tal manera, que avisado el médico, diagnosticó era pulmonía doble, y por tanto desde aquel momento, en una habitación hubo dos enfermos, sin que pudiera trasladarse a uno de ellos a otra, por no haber.


Durante nueve días, el padre en sus ratos de lucidez, presenció la agonía de su hija; como la viaticaron, la dieron la unción y no la vio morir por haberla colocado en una especie de corredor cerrado donde expiró la desgraciada, mientras que él, confortado con los auxilios de la religión, moría a los dos días, dejando sumidas en la mayor tristeza y miseria a su mujer y una hija de dos años ¿Quién fue el responsable de esta muerte? Los que consintieron que los guardias habiten en semejantes condiciones; ¿quiénes son?


Al hacerme cargo del mando de este tercio, en el mes de Octubre (día 10), al revistar el cuartel y observar sus pésimas condiciones de capacidad, salubridad y moral, así como el estado ruinoso y destartalado de las dependencias y de todo el edificio en general, quise providenciar para subsanarlo y me encontré con que ya con anterioridad se había gestionado el inmediato remedio; pero sin resultado positivo.


En cuarto a los locales destinados para despachos y oficinas, lo mejor es no hablar de ellos; baste decir, que el portero de cualquier dependencia oficial, sea del Estado, Diputación o Municipio, está mejor instalado que el coronel subinspector de este tercio, puesto que el despacho además de indecoroso y ruinoso, es habitación de paso para sus oficinas instaladas en un cuartucho estrecho: baste decir que he dejado de despachar en el cuartel por darme vergüenza recibir en aquel despacho a cuantas personas acuden a mí por cualquier asunto, sea o no del servicio.


Expuesto lo anterior, precisa que dé algunos detalles, para que, enteradas cuantas personas lean el presente, puedan juzgar con justicia y sin pasión, lo que se ha gestionado y no conseguido, y las consecuencias que puedan resultar.


El Ayuntamiento de esta ciudad solicitó el año 1845 que el antiguo convento de Trinitarios perteneciente entonces a «Bienes Nacionales», le fuese cedido con excepción de subasta para dedicarlo a cuartel y por Real orden de 30 de Junio de aquel año, se concedió la cesión con 1a precisa circunstancia de que sirviera para cuartel y de que el Ayuntamiento construyese pabellones para la oficialidad, concesión que se confirmó por Real orden de 6 de Noviembre de 1865 entendiéndose de que si la casa o convento dejaba de ser cuartel, volvería a poder del Estado.


Primeramente sirvió el edificio para cuartel de Carabineros, y después para la Guardia civil, sin que pueda precisarse la fecha en que lo ocupó la fuerza del cuerpo, pues los primeros datos que aparecen, son: en 1.º de Marzo de 1876, un contrato de arriendo entre el Ministerio de la Gobernación con el Ayuntamiento, sin que se haya encontrado el expediente que debió precederle y cuyo contrato fue confirmado por otro de 31 de Agosto de 1894, éste a consecuencia de un expediente que se empezó a incoar por orden del entonces coronel del noveno tercio en 1.º de Noviembre de 1893 y que existe en el archivo de esta comandancia.


Por ambos contratos el Ayuntamiento arrendó al Estado el edificio número 23 de la Plaza de Colón (antes menores) en 104,92 pesetas mensuales, comprometiéndose a construir pabellones para jefes y oficiales y embellecer la fachada.


Por efecto de la revista pasada por el excelentísimo señor director general del cuerpo, y como consecuencia de no haber cumplido el Ayuntamiento su compromiso del 1894, dispuso, en comunicación núm. 3, dirigida al coronel del noveno, fecha 8 Enero de 1903 (diez y nueve años), se suspendiera el pago de los alquileres, hasta que tal compromiso se cumpliera, pero por haberse dispuesto por el Ministerio de la Gobernación en telegrama de 14 de Julio, 1903, que se continuasen abonando los alquileres, así se hizo.


El Ayuntamiento no ha construido pabellones para jefes y oficiales, ni embelleció la fachada ni mantuvo nunca el edificio en condiciones habitables ni contestó a las reiteradas instancias y gestiones de los jefes del cuerpo.


Posteriormente el Ayuntamiento fue ocupando locales en el mismo y estableció la tahona municipal, mendicidad o reparto de comidas para pobres y el local donde se recogen los perros errantes, conocido por la perrera, mas el gran depósito de leña que para la tahona tiene almacenada, rozando con las ventanas de los dormitorios del cuartel, servicio de incendios, etc.


La iglesia fue abierta al culto, y debajo de ella, está la caballeriza; en la subida de la torre, cuatro habitaciones de casados, y en la planta baja, dos.


En 1.º de Marzo del año 1918, al ver las malísimas condiciones en que se hallaba alojada la fuerza, celebró frecuentes entrevistas el entonces coronel subinspector del tercio con el alcalde, manifestando éste que el Ayuntamiento estaba animado de los mejores deseos para construir una casa cuartel donde instalar, de un modo decoroso, la fuerza y demás dependencias.


En aquella época, el proyecto que tenía el Ayuntamiento era, en el local ocupado por la Guardia civil, construir un edificio para colegio de Carabineros, establecido hoy en el Escorial, y a la Guardia civil un cuartel de nueva planta en otro sitio. Como quiera que el establecimiento en esta ciudad del citado colegio se daba como seguro, se inició una suscripción, que dio por resultado unas 900.000 pesetas próximamente, y habiendo fracasado las gestiones, en vez de aplicar la referida cantidad a construir en el mismo local un buen cuartel para la Guardia civil, por reunir inmejorables condiciones, no fue así, y el proyecto pasó a dormir el sueño de los justos.


Posteriormente volvieron a hacerse gestiones y por el Ayuntamiento se contestó que por carecer de recursos no podía ser, sin embargo de estar abierta una suscripción popular para ofrecer terrenos al ramo de Guerra donde edificar cuarteles para Infantería y Caballería.


Con anterioridad, en Abril de 1913 se incoó expediente para la construcción del cuartel; en Febrero de 1915, la dirección general del cuerpo lo devolvió, al objeto de que se activasen las gestiones cerca del Ayuntamiento para la construcción de una casa cuartel, ofrecida por esta, el que contestó que el proyecto estaba en estudio, comprometiéndose a incluir en el presupuesto de 1916 la cantidad necesaria, sin que se haya realizado la promesa solemne de hacerlo.


En los años 1914 y 1917, produjéronse (sic) derrumbamientos parciales en el edificio, y fue preciso que parte de la fuerza saliese inmediatamente de él, hasta que se efectuaron ligeras obras en solamente las partes derruidas dejando sin resolver todas las demás necesidades que reclaman inmediato remedio, puesto que, según certificados facultativos de médicos y veterinarios, tanto militares como civiles, el edificio debe ser desocupado inmediatamente por sus malas condiciones higiénicas y predispuestas al desarrollo y propagación de enfermedades contagiosas. (Informe por escrito del ilustrísimo señor don Manuel Prieto, inspector provincial de Higiene y Sanidad Pecuaria, —9 abril 1919— entre otras cosas dice: «es difícil encontrar un recinto habitado que más pueda perjudicar la salubridad, tan indigno de albergar seres humanos, por ínfima que sea su clase social, ni que tan vergonzoso resulte para quienes tengan el deber de proporcionar alojamiento higiénico, aunque modesto, al noble Cuerpo de la guardia civil, que tan relevantes servicios presta a la Sociedad en general.»)


El ilustrísimo Sr. D. Juan G. Peláez, inspector provincial de Sanidad, con fecha 8 de Abril de 1919, entre otras cosas dice: —«La infracción de la higiene y salubridad que individualmente se nota en cada una de las dependencias, es tan evidente e intensa, que cristaliza en un conjunto ciertamente censurable y vergonzoso para la población que suministra este alojamiento a todas luces indigno, no ya de un Cuerpo respetable como lo es el que lo ocupa, sino inadecuado e inutilizable, para las clases sociales de la urbe, en cuyo recinto es tan mala la ventilación, cubicación, orientación, enlucido, pavimentación, desagües residuales, que constituyen un estado de higiene tan rudimentaria y primitiva, que amenazan seriamente la salud de todas las fuerzas allí cobijadas e incitan a la pronta desaparición de estas condiciones, tanto por mandato de la higiene, como por impulsos de la caridad.»


Los señores capitanes médico y veterinario del regimiento de Albuera 16° de caballería, en sus razonados informes fecha 20 de Abril de 1919, entre otras cosas dicen: «...hubo de llamar nuestra atención las pésimas condiciones higiénicas que los mismos reúnen, no sólo por su ventilación deficiente, sino principalmente por las reducidas dimensiones de los mismos, dado el número de personas que en ellas habitan, resultando un hacinamiento antihigiénico y aun peligroso en las épocas de calor y en tiempo de epidemias, pues existen pabellones que no teniendo más de 35 metros cuadrados de extensión próximamente, son habitados por familias constituidas por seis o siete personas y esto obliga a convivir en una habitación todos los individuos que constituyen aquélla.»


A principios del año 1920 se vuelve a gestionar del Ayuntamiento el cumplimiento del contrato y tantas veces prometido por el mismo y resultando ineficaces, se dio cuenta al Excmo. Sr. Director general del cuerpo, el que a su vez, se lo participó al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, y contestó éste en escrito fecha 9 de Agosto y trasladado por la Dirección a este tercio, con fecha 16 del mismo mes, lo siguiente: «Excmo. señor: De Real orden comunicada por el Sr. Ministro de la Gobernación, y en respuesta a las comunicaciones de V. E., fecha 6 del corriente significo a V. E. para que lo haga saber al Ayuntamiento de Salamanca que si en el plazo prudencial necesario no ejecuta las obras indispensables para la debida instalación de las oficinas y acuartelamiento de las fuerzas del puesto de la Guardia civil de la capital, se impondría la necesidad de distribuir dichas fuerzas entre los puestos inmediatos, sin perjuicio de recabar del ministerio de Hacienda que el edificio que le fue cedido, con la precisa condición de destinarlo a cuartel, vuelva a poder del Estado para utilizarlo en la forma oportuna, etc.»


De lo anterior se dio cuenta el 24 de Agosto al Ayuntamiento, y éste contestó con fecha 6 de Septiembre que pasa a estudio de la comisión, y con fecha 23 del mismo mes, vuelve a manifestar que se acordó en sesión celebrada el 15, primero solicitar del Estado la propiedad del convento de la Trinidad para en su terreno construir un cuartel para la Guardia civil, y segundo, gestionar el aumento de la renta que el Estado paga por el actual en relación al coste del nuevo.


A partir de esta fecha, el Ayuntamiento ni ha hecho, ni dicho nada referente al asunto y con fecha 26 de los corrientes vuelvo a reproducir la Real orden de Agosto y participo al Ayuntamiento, que si en el plazo de quince días a partir de la fecha de la comunicación, no procede desde luego a la estipulada, desalojare el cuartel y repartiré entre los puestos de la provincia la fuerza de éste. Pudiera creerse que existe exageración en lo que he referido acerca del pésimo estado del edificio, cuya reconstrucción se impone de manera imperiosa, pero si así se creyese, puede el que guste pasar a visitarlo, pues sus puertas están abiertas de par en par, para que se cercioren y vean que no ha habido exageración por mi parte, sino al contrario, que me he quedado parco en el relato del deplorable cuadro que realmente ofrece.


Ahora, la opinión tiene la palabra y responda, y si el día de mañana doy la orden de desocupo del local y destino de los guardias a otros puestos, y las oficinas y despachos los traslado a Zamora, Ciudad Rodrigo u otro sitio en donde den local apropósito, no culpen al coronel de la Guardia civil.

                                                                                                       Ángel Herreras de Burgos.

                  Salamanca, 2 Febrero 1921."



En 1926 (diciembre), el Ministerio de Hacienda revoca la cesión del edificio al Ayuntamiento, por incumplimiento del compromiso de cesión de mantenerlo en adecuadas condiciones, y se lo cede al de Gobernación, para que sea él quien ejecute a su cargo las obras de rehabilitación del edificio, obras que se llevan a cabo en el año 1932 según un proyecto de abril de 1929.

Lo curioso es que, por un lado, el Ayuntamiento, aun recibiendo renta del Estado, no invertía lo suficiente para el arreglo de las dependencias que utilizaba la Guardia Civil, y por otro, hacía uso del complejo del convento para otros usos que nada tenían que ver con la Guardia Civil (el Ayuntamiento había construido en la huerta del convento una tahona, instalaciones para escuelas, para el material del servicio contraincendios y otros, por los que el Estado tuvo que indemnizar al Ayuntamiento cuando canceló la concesión).

Se hace referencia al uso como Cuartel de la Guardia Civil del ex-Convento en “El Libro del Turista – Salamanca en la mano”, de Enrique Esperabé de Arteaga, publicado en el año 1930, aunque por lo indicado anteriormente en ese año no estaba en él la Guardia Civil.

(Información obtenida del Archivo Municipal de Salamanca, del Portal de Archivos Españoles -PARES- y del periódico El Adelanto, de Salamanca)

Fachada del Cuartel hacia la Plaza de Colón, posiblemente alrededor de 1920

Misma fachada, mostrando parte de la Iglesia de San Pablo, posiblemente a mediados del siglo XX

Patio de Armas del Cuartel, con vista de la fachada norte del Convento. Mediados del s. XX 

Misma fachada norte del Convento, finales del siglo XX

Claustro del Convento, fachadas a Poniente y Sur, finales del siglo XX

Claustro del Convento en la actualidad, edificio habilitado para Juzgados

Patio oeste del Convento, fachadas al Sur y Poniente, finales del siglo XX

Plano del conjunto, reproducido del original del expediente del Ayuntamiento
de Salamanca para la rehabilitación a finales del siglo XX

Plano del conjunto y alrededores, en expediente del Ayuntamiento, finales del siglo XX

Plano planta baja del edificio del Convento adosado a la Iglesia de San Pablo,
en expediente del Ayuntamiento, finales del siglo XX

Esquema de distribución de dependencias realizado por D. David Rodero,
hijo del Cuerpo, correspondiente a finales de los años 50 del siglo XX

Plano planta primera del edificio del Convento adosado a la Iglesia de San Pablo,
en expediente del Ayuntamiento, finales del siglo XX

Esquema de distribución de pabellones alrededor del Claustro, planta primera, realizado por
D. David Rodero, hijo del Cuerpo, correspondiente a finales de los años 50 del siglo XX

Plano planta segunda del edificio del Convento adosado a la Iglesia de San Pablo,
en expediente del Ayuntamiento, finales del siglo XX

Esquema de distribución de pabellones alrededor del Claustro, planta segunda, realizado por
D. David Rodero, hijo del Cuerpo, correspondiente a finales de los años 50 del siglo XX